INTITUTO DEL ABORIGEN DEL CHACO

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jueves, 25 de marzo de 2010

Que no nos quiten la memoria: el alba del golpe militar de 1976


“Muchos años después, en espera de su juicio, tronchado por su muerte, Brinzoni reconoció que la denominada Masacre en Margarita Belén fue un fusilamiento sumario y serial”.


“Cuando el canillita de Norte y El Territorio iniciaba su oficio de voceo a pedal o de legua nómade, el Plan Aries - resonancia zodiacal y nombre en clave del Golpe Militar - despuntaba el Estado de Sitio en la segunda mitad del siglo pasado.

El reloj del Banco Hipotecario marcaba las 3,30. La plaza en su corola de aroma constelado latía su pulso verde en el centro de la ciudad erigida de acuerdo a la antigua concepción romana, con los edificios de las instituciones a su alrededor. El paño de las mesas del Bar Belén cifraba la vigilia esférica de algunos parroquianos noctámbulos; Pete, legendario mozo de La Tecla, soportaba la entelequia trasnochada de un racimo de veteranos diletantes y el Bar Tabac, reducto de la bohemia intelectual, iniciaba, recién, su tertulia selenita de poética existencialista. El resto, fatiga y rocío.

Despierto, por razones más estrictas y tácticas, Oscar José Zucconi, coronel, a cargo de la Guarnición Militar Nº 7, con sede en el barrio La Liguria, comunicó a Alberto Silvestre Torresagasti, gobernador interino, a cargo del Poder Ejecutivo (Deolindo Felipe Bittel había sido citado de urgencia por Isabel Martínez de Perón) que “el Ejército asumía el control y gobierno del Chaco”.

Los primeros comunicados de aquel miércoles 24 de Marzo de 1976, expresaban la imperativa semántica castrense y prologaban, con elíptica advertencia, “un nuevo proceso en el que tendrán cabida todos los argentinos deseosos de salvar al país”. El Área 230 había comenzado a funcionar en territorio chaqueño.

La comandancia del Regimiento Nº 7, centro logístico de la intervención militar, emitía un comunicado que confirmaba el cierre de rutas, caminos y accesos en la provincia. El cable decía que “se permitirá el acceso al Aeropuerto Internacional de Resistencia, exclusivamente al personal encargado de la prestación de los correspondientes servicios y de aquellas personas que acrediten, fehacientemente, su condición de pasajeros de un determinado vuelo. En éste último caso, solo podrán ingresar al aeropuerto una hora, treinta minutos, antes de la hora prevista para la partida”. El despacho del servicio meteorológico traducía una temperatura máxima de 20.4 y una mínima de 17, una humedad del 88%, con viento sudoeste a 20 kilómetros horarios, y cielo nublado, todo el día.

La música cotidiana que toda ciudad produce en su síncopa viviente se alteró por el disonante fatigoso que emitían los motores Diesel de vehículos Unimog, camuflados y con cajas cubiertas por lonetas de color oliva. No exhibían, por cierto, los gestos de un fasto patrio: sus movimientos premeditados, durante silentes semanas, recorrían perímetros, comprimían distancias y distinguían domicilios, previstos y puntuales. Sus tareas, al comienzo inadvertidas por el carácter sorpresivo de los operativos, consistía en el despliegue cerrado a una manzana, la detección objetiva de una propiedad y la detención expeditiva de uno o varios de sus moradores. Ingresaban a patrimonios privados, esgrimiendo una intimidante impunidad, retiraban maniatadas a las personas y las arrojaban al suelo de los rodados, oprimiendo sus espaldas con las botas de fajina o la culata de los fusiles.

Esa misma madrugada se inició el operativo de sucesivas detenciones a ciudadanos determinados. La nómina, incompleta y parcial, integra las identidades de: Andrés Saúl Acuña, Carlos Guido Leúnda, Rubén Yunes, Enrique Pilatti Vergara, Armando Sosa Mena, Alberto Blotta, Edwin Eric Tissembaum, Pascual y Adolfo Molodetzky, Juan Penchansky, Antonio Bisceglia, Pedro Favarón, Rubén Villa, Luís Brítez, Gregorio Martínez, Roberto Steffanolo y Juan José Massi, entre otros. Un aporte anecdótico: Daniel Victorio Pacce fue el primer detenido del 24 de Marzo, y José Santambroggio, el segundo, respectivamente.

El traslado de los detenidos comprendía el periplo entre el Regimiento de La Liguria, enclave de concentración, y la Alcaidía Policial, alojamiento de los detenidos.

Una historia de aquella jornada que recogió Horacio Verbitzky, titular del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), para la causa penal contra el general de brigada, Ricardo Brinzoni - incluido, después, por Román Letjman en un documental televisivo, filmado en Resistencia - ilumina una temprana situación a repetirse con matices similares de violencia disciplinar. Cerca de las 14,30, una custodia armada retira del Regimiento a Jorge Yunes y Carlos Guido Leúnda, junto con Andrés Saúl Acuña y Juan Penchansky, esposados en parejas, y en ese orden. Desde allí, los trasladan a Casa de Gobierno. A manera de pública exposición son obligados a subir por la escalera, ante la mirada de empleados y testigos circunstanciales. Leúnda se mueve, lento y dolorido, con un pie descalzo, a causa de una infección que dificulta el ascenso. En el cuarto piso, son recibidos por Oscar José Zucconi, Guillermo Hunicken y Alcides Larrateguy. De inmediato, aparece en escena Ricardo Guillermo Brinzoni, secretario de Gobernación, quién pregunta, a viva voz, acerca del nombre del subordinado que ordenó la utilización de esposas para la sujeción de los abogados. Sin obtener respuesta, decide la apertura del mecanismo de seguridad. El propio soldado que realiza el procedimiento, le confiesa, por lo bajo, a Saúl Acuña: “El mismo Brinzoni nos ordenó que los esposara”.

Este suceso, escrito en expediente, demuestra que el militar cuestionado estuvo en el Chaco, desde la hora cero del derrocamiento democrático. Muchos años después, en espera de su juicio, tronchado por su muerte, Brinzoni reconoció que la denominada Masacre en Margarita Belén fue un fusilamiento sumario y serial - un crimen del Estado terrorista - ejecutado por miembros del Ejército Nacional y la Policía del Chaco. Dicho magnicidio lo declaró a diario Norte, durante una entrevista realizada por Vidal Mario, para la edición dominical de la revista La Chaqueña.

El Bestiario Argentino había amanecido. La larga noche iniciaba el ocaso de una Nación a exterminar en una regresión magnicida, pocas veces registrada en la historia contemporánea. Resistencia, las evidencias testimonian, no escapó de ser una provincia donde se aplicó la detención ilegal, el cautiverio clandestino, la tortura aplicada y la pena de muerte por fusilamiento, a manos de sicarios y cipayos nativos. Quien quiera oír, que oiga”.

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