Los devenires del
conflicto que mantiene el Estado chileno y la clase dirigente de la sociedad
chilena con el pueblo-nación Mapuche ha desembocado en la represión de la
protesta social la cual ha ido tomado ribetes impensados. Más aún en países
donde se piensa que estarían en vigencia los tratados internacionales sobre
derechos humanos y, en particular, los derechos de los pueblos indígenas.
En este contexto, el caso de los últimos
allanamientos y hechos de violencia de la policía militar chilena a hogares de
machi (autoridad espiritual y de sanación mapuche) en Chol Chol, Truf Truf,
Pilmaiken junto a las consecuencias materiales y presidio, en el caso de la
Machi Millaray Huichalaf y Tito Cañulef, parecen esconder algo más que el
aumento de los casos de mapuche criminalizados y encarcelados, toda vez que
estos nuevos prisioneros políticos son autoridades espirituales y de salud para
el pueblo mapuche.
Las y los machi cumplen un rol muy importante para la sociedad
mapuche. Se trata de autoridades espirituales con una vinculación material y
espiritual con el territorio y la comunidad como fundamento de la cultura y el
ser mapuche. En términos de salud se origina la enfermedad y se materializa la
sanación con la familia del enfermo, en el territorio. Presente en la memoria
histórica mapuche se recuerda y se ve hoy día a la machi visitando las familias
de las comunidades, reproduciendo relaciones sociales vitales entre las
familias y la comunidad, dinamizando así la vida comunitaria y la cosmovisión.
Poseedoras de un lugar sagrado y privilegiado en su domicilio (rewe) que les
permite la conexión con las divinidades y fuerzas (newen) del territorio en un
sentido amplio (material e inmaterial) lo que les posibilita una función de
liderazgo espiritual y terapéutico por medio de la presencia de sus poderes
(newen) que le son característicos y por los cuales se le conoce. Es decir,
posibilitan el equilibrio socioespiritual de la comunidad, teniendo así una
función trascendental en la salud colectiva mapuche que en la actualidad
convive con la terapéutica oficial en los mismos territorios y en los espacios
urbanos.
Por su lado, los estados capitalistas subdesarrollados han actuado
persiguiendo o bien folklorizando a las machi, y últimamente, incorporándolas
al sistema médico oficial mediante hospitales “interculturales” resaltándolas
en su rol de curación, refuncionalizandolas y “esterilizándolas” de su
contexto, su rol social y espiritual en el territorio. En Chile, es
precisamente donde a las machi que no se encuentran “esterilizadas” se les ha
comenzado a perseguir, golpear, allanar y encarcelar en el último mes de enero
de 2013. Esto como una nueva estrategia represiva del Estado chileno y su clase
dirigente en contra de quienes representan la síntesis del territorio, el newen
(fuerza) y el contacto con nuestros antepasados y espíritus constitutivos del
territorio. Se trata de aquel territorio usurpado a sangre y fuego a partir de
1861 en adelante, el que fue parcializado e invadido militarmente y saqueado
productivamente. La machi se vuelve de importancia crítica para los procesos de
recuperación territorial y demanda de autogobierno al ser su preocupación el
territorio, la diversidad natural del mismo (itrofilmongen), las personas y sus
relaciones, por lo que ellas fortalecen esos procesos desde las dimensiones
espirituales y políticas que lideran. Es por ello que los mecanismos, agencias
y dispositivos de represión chilena habrían sopesado en su importancia, lo que
ha derivado en una sistemática persecución desde hace un mes.
En estos momentos nos encontramos frente a una represión dirigida
ya no solo al dirigente, al longko o al weichafe (guerrero) de las comunidades
en las tomas de tierras. Más bien estamos presenciando una represión selectiva
a dichas autoridades espirituales mapuche y expresión del territorio como lo
son las y los machi,
configurándose una nueva relación del Estado chileno con
estas autoridades espirituales. Es decir que ya no se trata de la otrora
persecución médica dado su rol sanador, o de su nueva participación inocua en
centros de salud, sino que, de una relación a la manera de “caza de brujas” a
lo estilo Europa medieval, teniendo a los tribunales chilenos como jurados
inquisidores y utilizando como dispositivo represor por excelencia la ilegítima
Ley Antiterrorista de 1984 (promulgada durante la dictadura).
De este modo se ha encarcelado “preventivamente” por seis meses a
la machi Millaray Huichalaf junto al machi Tito Cañulef (31/01/13), mientras
que se desarrolla una investigación ya objetada por la defensa por el hecho de
basarse en supuestos y sin pruebas concretas. Con esto asistimos nuevamente al
despojo del pueblo mapuche de dos machi, a las cuales se les desarraiga de su
familia y territorio, esterilizándoles nuevamente de sus contextos histórico,
social y político del cual emergen, esta vez mediante el encarcelamiento.
Al respecto de las detenciones, el machi Fidel Tranamil del territorio
de Makewe señala: “Le envío un mensaje al Estado que como machi el pueblo
Mapuche va a continuar en lucha, hoy día no hay ningún machi que puede estar
libre que no lo vengan a detener, que le levanten un montaje en su contra por
solo apoyar, seguir la espiritualidad, seguir la base del pueblo mapuche,
seguir ejerciendo el ser mapuche en las comunidades” (Radio Bio Bio, 06/02/13)
Es que en Chile la ley antiterrorista, que deriva de la dictadura,
es utilizado exclusivamente con el objetivo de reprimir la protesta social y
demandas mapuche mediante modalidades desmedidas del tipo contrainsurgente.
Esta legislación sigue entendiendo al terrorismo como “los delitos de
homicidio, lesiones, secuestro, envío de efectos explosivos, incendio y
estragos, las infracciones contra la salud pública y el descarrilamiento”.
Mientras que nosotros, por el contrario, declaramos que es el Estado chileno y
su clase política en particular, que ha secuestrado a nuestras machis, les ha
lesionado y al ser nuestras autoridades espirituales y sanadoras mapuche están
atentando contra la salud pública de nuestro pueblo.
En definitiva, sin querer caer en arrogancia, el veredicto para el
Estado chileno a partir de sus propias leyes no puede ser otro: culpable de
conducta y delitos terroristas en contra del pueblo nación mapuche.
Fuente: Andrés Cuyul- Miembro de la Comunidad de Historia Mapuche.
Trabajador Social (UFRO), Magister en Salud Pública (UBA- Arg), Doctorando en
Ciencias en Salud Colectiva (UAM- Méx)
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